Descripción
En la Iglesia, cada creyente debe realizar su oficio, sin ser impedido por los demás. Un cuerpo de Cristo sano implica que no haya cristianos subutilizados, ni subdesarrollados que pudiendo evangelizar el mundo deban contentarse con barrer los salones o atender un parroquia despachol; no debe haber cristianos paralizados e inmóviles, sin nada que hacer, como si el cuerpo del Señor pudiese padecer hemiplejías, que dejan sin movimiento el lado laical, o que suprimen a los legítimos pastores de las comunidades. Si en la comunidad un ministerio no aparece o se inmoviliza es signo de enfermedad, como cuando al cuerpo le amputan un órgano, o cuando éste no responde a las órdenes de la cabeza.
BKIGL01/10-A
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