Descripción
En las ciudades de hoy, caracterizadas por la fragmentación y movilización permanente, nuestro reto es llevar sanación a los miembros de la parroquia. La sanación y el bienestar profundo del individuo no se producen en aislamiento, sino en el contexto de una comunidad. A medida que empezamos a realizar un compartir acerca de quiénes somos, capaces de derribar las distancias y barreras, aprendemos que nos necesitamos los unos a los otros.
Los cristianos estamos llamados a ser esa comunidad sanadora, terapéutica, que no solo extiende las manos sino que abre el corazón con ternura hacia otros. Debemos integrar nuestras comunidades parroquiales para contrarrestar la fascinación de las sectas que arrastran a las personas hacia prácticas no cristianas.
Los estudios muestran que las iglesias que más crecen son aquellas donde hay sanación del alma; donde más que asistencia se ha creado ese estrecho tejido social de "familia". Las parroquias deben abrirse al mandato de "predicar" y "sanar" tal como Jesús lo hizo.
BKINT01 / 11-D
También te puede interesar
Colección destacada
